viernes, 29 de marzo de 2013

AGUAMARINA

La humilde, la sencilla de corazón y sin pensamientos impuros.
Rompe los rencores y abre las puertas de la reconciliación.

Piedra madre que nada en las profundidades del consciente y subconsciente. 
Nos ayuda a conocernos, reconocernos y a renacer de nuestras cenizas olvidando los tropiezos del pasado.
Depuradora de grandes odios y dolores. Desbloquea los nódulos entumecidos por la frustración y la pena, fortalece y vivifica todo el ser, proyectándolo a su mejor manifestación.
Su energía es como la de las olas, como la marea, que va y viene, que sube y baja, tendiendo por unos momentos a la soledad, la reflexión y la meditación, para emerger después con fuerza y entregarse al mundo.

La aguamarina es una piedra para todos los que sufren, para todos los que están enclaustrados en prisiones físicas, mentales o espirituales, porque es la piedra que cura, cuida y libera a los que se han quedado atrapados en una zona del destino.

Su fuerza es sutil, pero su carácter es fuerte y resistente, constante e incisivo, capaz de salir de cualquier abismo por hondo y profundo que este sea.

La aguamarina, además, esta llena de sensibilidad y emotividad, de sensaciones y sentimientos, de maternidad y entrega, de sacrificio y desinterés, de candidez e inocencia.
Despierta la conciencia desde el fondo del corazón y ayuda a destapar o descubrir virtudes y dones interiores, conectando el mas allá con nuestro mundo, y elevando el nivel de la conciencia.

El cuerpo, la mente y el alma se despiertan y activan ante el influjo de esta piedra, pero a menudo su dulzura y transparencia pueden inclinar a la debilidad o la dependencia, por lo que no debemos abusar de ella, ya que podríamos caer en la autocompasión y autocomplacencia.

En la aguamarina se reflejan todas las demás piedras, y ella se refleja en todas las demás, y en este intercambio de energías depura a las demás de la misma forma que las demás la depuran a ella.
La aguamarina es una gran regeneradora, aunque a menudo tiene que pasar por las zonas oscuras del alma y el pensamiento para poder sacar a la luz toda su fuerza y todo su poder.

La aguamarina se puede colocar en cualquier parte, sin embargo se activa considerablemente colocándole en hígado, plantas de los pies, nuca, mandibula, garganta e interior de la boca.

Pero en general se puede colocar en cualquier parte del cuerpo, incluso sobre el tercer ojo puede ayudarnos a bucear en el interior de nuestro ser.
Como anillo puede ir en cualquiera de los dedos, si bien es cierto que el dedo índice es su principal aliado energético.

La aguamarina se lleva bien con todas las piedras, incluso conchas marinas y estrellas de mar.
Junto a la amatista aumenta el despertar de los dones y la conciencia, o bien expande, regula y potencia los dones ya manifestados.
Junto al ambar abre las puertas del mas alla, la imaginación  la fantasía  el tiempo que equilibra el ego y templa las pasiones.
Junto al rubi incide en el campo del amor, pero también regula negocios y decisiones.
Y junto a las piedras negras protege la psique, potencia la mente y abre las puertas de los senderos profundos e interiores.

Salud:
Previene y cura enfermedades de tipo Psicosomatico, ya que literalmente nos ayuda a evitar que enfermemos intoxicados por nuestro propio veneno.
Por supuesto es una buena aliada contra los dolores nerviosos y neuralgias, y tiene muy buenos efectos sobre la circulación sanguínea de la cabeza, siendo un buen preventivo contra las parálisis faciales y los males que afectan la mandíbula.
Evita y previene tumoraciones, actúa contra los virus y ayuda a la persona a librarse de vicios y dependencias varias, entre otras cosas, porque actúa contra las tendencias autodestructivas, el autocastigo y la autoflagelación.

La aguamarina esta fuertemente vinculada a todos los que sufren, por eso favorece a todos aquellos que realizan un trabajo o profesión de servicio.
También reduce las inseguridades personales, rompiendo con ello la tendencia a los celos, la posesión, la envidia y el despecho, pero en este sentido debe usarse con mucho cuidado y puntualmente, sin abusar de su luz, porque una sobreexposicion de aguamarina puede alterar los sentimientos y aumentar las penas, los dolores y los celos, quebrando el equilibrio interior.
La aguamarina puede enseñarnos a querernos a nosotros mismos, porque este es el único camino que hará que de verdad nos quieran los demás por lo que somos, y no por lo que tenemos, lo que profesamos, lo que creemos o lo que parecemos.

La aguamarina es piedra de maestros y de neófitos al mismo tiempo, porque es la piedra de la ruta del aprendizaje constante y el crecimiento interior sin limitaciones, porque no se conforma con caer o con triunfar, ni se solaza en su dolor ni en su alegría, y sigue recorriendo paso a paso lo largo y ancho del sendero.

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