La humilde, la sencilla de corazón y sin pensamientos impuros.
Rompe los rencores y abre las puertas de la reconciliación.
Piedra madre que nada en las profundidades del consciente y
subconsciente.
Nos ayuda a conocernos, reconocernos y a renacer de nuestras
cenizas olvidando los tropiezos del pasado.
Depuradora de grandes odios y dolores. Desbloquea los
nódulos entumecidos por la frustración y la pena, fortalece y vivifica todo el
ser, proyectándolo a su mejor manifestación.
Su energía es como la de las olas, como la marea, que va y
viene, que sube y baja, tendiendo por unos momentos a la soledad, la reflexión
y la meditación, para emerger después con fuerza y entregarse al mundo.
La aguamarina es una piedra para todos los que sufren, para
todos los que están enclaustrados en prisiones físicas, mentales o espirituales,
porque es la piedra que cura, cuida y libera a los que se han quedado atrapados
en una zona del destino.
Su fuerza es sutil, pero su carácter es fuerte y resistente,
constante e incisivo, capaz de salir de cualquier abismo por hondo y profundo
que este sea.
La aguamarina, además, esta llena de sensibilidad y
emotividad, de sensaciones y sentimientos, de maternidad y entrega, de
sacrificio y desinterés, de candidez e inocencia.
Despierta la conciencia desde el fondo del corazón y ayuda a
destapar o descubrir virtudes y dones interiores, conectando el mas allá con
nuestro mundo, y elevando el nivel de la conciencia.
El cuerpo, la mente y el alma se despiertan y activan ante
el influjo de esta piedra, pero a menudo su dulzura y transparencia pueden
inclinar a la debilidad o la dependencia, por lo que no debemos abusar de ella,
ya que podríamos caer en la autocompasión y autocomplacencia.
En la aguamarina se reflejan todas las demás piedras, y ella
se refleja en todas las demás, y en este intercambio de energías depura a las
demás de la misma forma que las demás la depuran a ella.
La aguamarina es una gran regeneradora, aunque a menudo
tiene que pasar por las zonas oscuras del alma y el pensamiento para poder
sacar a la luz toda su fuerza y todo su poder.
La aguamarina se puede colocar en cualquier parte, sin
embargo se activa considerablemente colocándole en hígado, plantas de los pies, nuca, mandibula, garganta e interior de la boca.
Pero en general se puede colocar en cualquier parte del
cuerpo, incluso sobre el tercer ojo puede ayudarnos a bucear en el interior de
nuestro ser.
Como anillo puede ir en cualquiera de los dedos, si bien es cierto
que el dedo índice es su principal aliado energético.
La aguamarina se lleva bien con todas las piedras, incluso
conchas marinas y estrellas de mar.
Junto a la amatista aumenta el despertar de los dones y la
conciencia, o bien expande, regula y potencia los dones ya manifestados.
Junto al ambar abre las puertas del mas alla, la
imaginación la fantasía el tiempo que
equilibra el ego y templa las pasiones.
Junto al rubi incide en el campo del amor, pero también
regula negocios y decisiones.
Y junto a las piedras negras protege la psique, potencia la
mente y abre las puertas de los senderos profundos e interiores.
Salud:
Previene y cura enfermedades de tipo Psicosomatico, ya que literalmente nos ayuda a evitar que enfermemos intoxicados por nuestro propio veneno.
Por supuesto es una buena aliada contra los dolores
nerviosos y neuralgias, y tiene muy buenos efectos sobre la circulación
sanguínea de la cabeza, siendo un buen preventivo contra las parálisis faciales
y los males que afectan la mandíbula.
Evita y previene tumoraciones, actúa contra los virus y
ayuda a la persona a librarse de vicios y dependencias varias, entre otras
cosas, porque actúa contra las tendencias autodestructivas, el autocastigo y la
autoflagelación.
La aguamarina esta fuertemente vinculada a todos los que
sufren, por eso favorece a todos aquellos que realizan un trabajo o profesión
de servicio.
También reduce las inseguridades personales, rompiendo con
ello la tendencia a los celos, la posesión, la envidia y el despecho, pero en
este sentido debe usarse con mucho cuidado y puntualmente, sin abusar de su
luz, porque una sobreexposicion de aguamarina puede alterar los sentimientos y
aumentar las penas, los dolores y los celos, quebrando el equilibrio interior.
La aguamarina puede enseñarnos a querernos a nosotros
mismos, porque este es el único camino que hará que de verdad nos quieran los
demás por lo que somos, y no por lo que tenemos, lo que profesamos, lo que
creemos o lo que parecemos.
La aguamarina es piedra de maestros y de neófitos al mismo
tiempo, porque es la piedra de la ruta del aprendizaje constante y el
crecimiento interior sin limitaciones, porque no se conforma con caer o con
triunfar, ni se solaza en su dolor ni en su alegría, y sigue recorriendo paso a
paso lo largo y ancho del sendero.
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